SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, CHIAPAS (05/JUN/2013).- Científicos
mexicanos estudian una lagartija completa que conserva restos de tejido
blando, preservada en ámbar, y que de forma preliminar ha sido
identificada como una nueva especie del género Anolis, que vivió hace
unos 23 millones de años.
La pequeña pieza de ámbar
amarillo, con forma de trapezoide, que encierra el esqueleto, fue
hallada hace varios meses en los yacimientos de Simojovel, en norte del estado sudoriental de Chiapas, y desde entonces está en estudio.
La
resina fósil suele contener restos pequeños de plantas y animales, pero
es raro encontrar vertebrados completos como el que está en exhibición y
bajo resguardo del Museo del Ámbar en el Exconvento de La Merced en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.
Francisco
Riquelme, del Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma
de México (UNAM), destacó que se trata de "un animal completo y
articulado, que preserva además restos de tejido blando y piel".
"Este
ejemplar se encuentra bajo estudio taxonómico por paleontólogos de la
UNAM. Como un avance preliminar, se ha identificado como una nueva
especie del género Anolis, una lagartija arborícola del ámbar de
Chiapas", explicó el científico a Efe.
Detalló que los numerosos
yacimientos de ámbar de este estado "constituyen una localidad de
conservación fósil excepcional, la cual representa una de las más
grandes acumulaciones de resina fósil del mundo y uno de los depósitos
mejor preservados de plantas y animales fósiles relacionados a una biota
de un bosque subtropical".
El experto enfatizó el inusual
hallazgo del pequeño vertebrado, de aproximadamente 4.5 por 1.3
centímetros, bautizado como "Luna", que se presume pertenece al género
Anolis.
Ese grupo taxonómico incluye lagartijas vivas de Chiapas
de las especies Anolis pygmaeus y Anolis cristifer, entre otras, así
como otros pequeños reptiles endémicos de América aún abundantes en
zonas tropicales.
Riquelme dijo que en 1965 se documentó una
primera especie de este grupo en el ámbar de Chiapas a partir de un
trabajo de identificación realizado por James D. Lazell, del Museo de
Zoología Comparada en Cambridge (EEUU), aunque de ese ejemplar
"solamente se recuperaron restos de la cadera y las patas traseras".
"Se
le conoce con el nombre específico de Anolis electrum y permanece
catalogado en la colección de la Universidad de California en Berkeley",
abundó.
Con "Luna" suman ya tres los ejemplares de estos
pequeños saurios de los que se sabe han sido encontrados en la última
década en Chiapas, de los que hay pocos registros científicos, informó a
su vez Gerardo Carbot, responsable del Museo de Paleontología del
estado.
Carbot destacó que debido a que el ámbar se origina de
una resina pegajosa, a veces atrapa y conserva organismos, permitiendo
su estudio.
"A partir de ello se han podido hacer
reconstrucciones muy acertadas de estructuras y determinar relaciones
biogenéticas y biogeográficas", expuso.
Explicó que los
ejemplares descubiertos en Chiapas tienen un mínimo de 23 millones de
años, ya que esa es la antigüedad del ámbar que se extrae de yacimientos
en los municipios de Simojovel, Huitihupan, El Bosque, Pueblo Nuevo,
Palenque, Totolapa y Malpaso.
En el Museo del Ámbar se exhiben
más de 350 luminosas piezas preciosas por su tallado o invaluables por
el contenido de insectos, arañas, musgos, esporas, hongos, agua, gusanos
o crustáceos.
Desde el año 2000 se cuenta con la denominación de
origen Ámbar de Chiapas para esta resina fósil que tiene como uso más
común desde tiempos prehispánicos la joyería.
Las fichas del
Museo refieren que el ámbar pertenece al grupo de las gemas orgánicas
como el azabache, las perlas y el coral, y es la única de origen
vegetal.
Entre los antiguos mayas las piezas de este material
fueron trabajadas como artículos para el adorno, culto o rito funerario.
En las excavaciones de las ruinas de Palenque y Toniná se encontró en
las ofrendas mortuorias.
Desde entonces, e incluso hoy en día, se
le atribuyen propiedades curativas y de protección, y es común ver en
la zona a los niños con pulseras de cuentas de ámbar en la creencia de
que les libra de malas fuerzas, que son atraídas por el pedazo de resina
fósil que se resquebraja o rompe por completo al absorber el daño.
En
zonas indígenas cercanas a las minas de Simojovel, donde se extrae
aproximadamente el 90 % de este producto en el país, el ámbar en polvo
se usa para quemar en brasas con el objetivo de "sahumar" a quien se
quiere aliviar, o mezclado con clara de huevo como emplasto contra
dolores de hueso.

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