Desde respirar bajo el agua, como
Aquaman, resistir golpes y balas, como Superman, o ser más fuertes, como
Iron Man... hay inventos que nos permiten ser superhumanos.
Y es
que, desde la noche de los tiempos hemos estado creado aparatos que nos
lleven más allá del límite -ya sea para poder volar, levantar pesos
pesados o desplazarnos a velocidades impresionantes-, continuamente
tratando de superar nuestras restricciones físicas.
Eso es exactamente lo que nuestro primer genio hizo.
Aquaman
Durante siglos, habíamos estado tratando de respirar bajo el agua.
Aunque se había logrado algo, no fue sino hasta que este gran
personaje usó una tecnología creada para solucionar un problema causado
por la II Guerra Mundial, que lo pudimos hacer libremente.
Se
trata nada menos que de ese explorador e investigador francés que con
sus películas ha hecho que millones se enamoren del mundo submarino: Jacques-Yves Cousteau.
Antes
de que coinventara lo que se comercializó con el nombre de Aqua-lung
(pulmón acuático), el buceo profundo era muy distinto. Solía implicar
tener que estar en contacto con la superficie valiéndose de una manguera
o usar sistemas que reciclaban el oxígeno, lo que podía ser muy
peligroso.
Cousteau soñaba con crear un sistema de buceo realmente
libre, que le permitiera a la gente nadar hasta las profundidades sin
depender de la superficie, y quedarse en ellas por más tiempo.
Cuando conoció a Emile Gagnan, se le ocurrió la solución.
Gagnan
había inventado una válvula para regular gases, en respuesta a las
severas restricciones de combustible debidas a la ocupación nazi de
Francia.
Ambos se dieron cuenta de que podían aprovechar
la tecnología que se utilizaba en los autos para crear un sistema único
que cambiaría al buceo para siempre.
Así nació la
escafandra autónoma, con la que explorar las profundidades del océano se
volvió más fácil y seguro. Pero, ¿cómo funciona?
"Es una válvula especial", le dice a la BBC Ann Bevan, quien cuenta con más de 40 años de experiencia en buceo.
"Funciona
un poco como una puerta para gatos. Si te imaginas que la puerta de
gato está en frente de tu boca, cuando aspiras, se abre y entra el aire.
Cuando dejas de aspirar, se cierra".
"El Aqua-lung le permitió a
los buceadores usar sólo el oxígeno que necesitaban del tanque de aire
comprimido, de manera que ellos controlaban cuándo lo tomaban, y no
había desperdicio. Así, podían estar bajo la superficie por más tiempo",
explica Bevan.
Superman
Gracias
al Aqua-lung podemos respirar bajo el agua. Pero siguen habiendo muchas
cosas que nos gustaría hacer, aunque nuestros cuerpos no nos lo
permitan, como ser indestructibles.
Antaño, en pos de ese ideal, usabamos armaduras, pero éstas presentaban al menos un problema: eran muy pesadas.
En los años 60, la científica estadounidense Stephanie Kwolek se topó accidentalmente con un químico que iba a cambiar el rumbo.
Inicialmente,
sus pares desestimaron su descubrimiento, pero Kwolek no se dio por
vencida y su persistencia resultó en un material que no sólo es
extremadamente ligero y flexible sino que es 5 veces más fuerte que el
acero.
Se llama Kevlar y hoy en día se usa en toneladas de
productos, desde neumáticos y blindaje antimetralla, hasta cascos de
Fórmula 1, pasando por cajas acústicas... y el reemplazo de las
armaduras medievales.
El secreto de su tenacidad es que se requiere una cantidad enorme de energía para atravezar o romper el kevlar, pues la absorbe.
Doble personalidad
Han
pasado décadas desde que Kwolek desarrolló su poderoso tejido, y la
investigación en ese campo ha dado frutos francamente fascinantes.
En 1999 una empresa británica de ingeniería química llamada D3o desarrolló un material al que le puso el mismo nombre.
Se trata de un fluido no newtoniano,
lo que significa que en su forma básica, se comporta como un líquido
pero si uno lo golpea con la fuerza y rapidez suficiente -como cuando
das un martillazo- actúa como un sólido.
Entre mayor la fuerza del impacto, más se compacta el material, protegiendo mejor.
Hoy
en día se incorpora a un alto número de prendas de vestir, incluidas
las que se usan para hacer deportes como el esquí, pues sus
características son muy convenientes para estos fines.
Iron Man
Entonces: logramos respirar bajo el agua; descubrimos cómo blindar nuestros cuerpos... nos falta fuerza.
Volvamos a los años 60, cuando el ejército de Estados Unidos quería crear algo que volviera a un ser humano superfuerte.
Ralph Mosher aceptó el desafío e hizo el primer exoesqueleto de la historia, el Hardiman.
Parecía
algo salido de una película de ciencia ficción, pero realmente
funcionaba, haciendo posible que quien lo usaba pudiera levantar un peso
equivalente al de cuatro personas adultas.
"No era concebible
hasta entonces poner tal máquina en el cuerpo, y él lo hizo. Fue el
primer hito en este área", le dice a la BBC Harry Asada, uno de los
hombres más destacados en este campo.
Trabaja en Massachusetts Institute of Technology, más conocido como
MIT, donde están desarrollando varios exoesqueletos para que nos den más
fuerza y movilidad.
Con los exoesqueletos, uno puede cargar
objetos más pesados de lo que podría sin ellos. "Y también puedes mover
cosas más rápidamente o alcanzar algo que esté fuera de tu alcance",
señala Asada.
El equipo de su laboratorio utiliza tecnología de punta para "darle a los humanos extremidades robóticas".
Al
explicar cómo trabaja uno de los modelos nos dice: "La mano robótica
imita lo que mi otra mano hace. Si cierro mi puño, envía un mensaje para
que se cierre".
Y eso sin que haya nada que las conecte: la comunicación entre las extremidades artificiales y las naturales es inalámbrica.
El
plan es ir más allá de las manos, para darle a la gente piernas y
brazos extra... ¿cuántas veces has deseado tener más de dos manos?